¿Qué es el miedo sino una barrera protectora
frente a nuestras propias limitaciones? ¿Qué es sino un impulso represivo
frente al desconocimiento de una posible frustración? ¿Qué es sino un ladrón de
nuestras ambiciones? ¿Qué logramos inhibiendo la parte más envalentonada de
nuestra naturaleza? ¿Adónde queremos llegar?
Algo te aplaca los sentidos, te ciega el
instinto de la fe personal, te desmorona los esquemas de tus objetivos, te
conduce por la peligrosa senda de la desmotivación total y absoluta y te lleva
a perder: perder ganas de ganar, perder ganas de aprender, perder ganas de
luchar.
Miedo no, tan solo precaución, en este mundo
abocado a las pasiones dirigidas por mentes controladoras, a los sutiles
cuentos de reflexión racional, teñidos de dominio masificado a través de
baratas oportunidades de autorrealización.
Miedo no, tan solo firmeza ante los débiles
cimientos idealistas sobre los que sustentamos nuestras aspiraciones en un
terreno de arenas movedizas en un medio hostil.
Miedo no, tan solo respeto frente a lo
desconocido que sobrevuela el cielo y puede posarse sobre nuestro hombro,
abriéndonos un camino hacia lo inexperimentado.
¿Qué es sino aquella máscara que nos ponemos
para evitar que vean nuestro verdadero rostro? ¿Aquella capa de héroe que
impide ver los destellos de la fragilidad que nos embarga cuando la lucha nos
sobrepasa?
Foto: Gema Fernández
G.Ferestradé
No hay comentarios:
Publicar un comentario