martes, 4 de diciembre de 2012

Equilibrio inestable

Bajó la mirada y arrugó la frente. Estaba preciosa. Solía pensarlo a menudo pero nunca se lo había dicho. Seguro que se enfadaba más si lo hacía en ese preciso momento. A lo lejos sonaba una canción, la melodía de su recuerdo, de una foto en un rincón, de una carta doblada demasiadas veces, de un vaso medio vacío.

Estiró su brazo para alcanzar su voz, para tocar su desnudez, para atraer aquel instante congelado. No había ni rastro. Solo el eco de un silencio roto, un cristal resbaladizo bajo sus pies sobre el que apenas podía mantenerse en equilibrio. Le costaba ponerse en pie. Pero ¿quién dijo que el equilibrio fuese bueno?A veces hay que perder la estabilidad para encontrar un nuevo sustento al que aferrarse.

Y en aquel vaivén, la vió. Sin duda, estaba preciosa una vez más.

                                                                                                 G. Ferestradé

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