-No puedo, no puedo, no puedo.
-Más bien, tendrías que decir, no quiero
intentarlo, no quiero intentarlo, no quiero intentarlo.
-¿Ah, sí? ¿Y, cómo se supone que debo
intentarlo? Que no conseguirlo, ni siquiera me garantizas el éxito.
-Libera tu mente. Sólo ella te lo garantizará.
-¿Tan fácil como eso, liberar la mente? ¿Qué
me propones, ejercicios de yoga? Venga, hombre...
-La mente es la gran escultora de tus
pensamientos y ellos, los que inciden directamente sobre tus acciones. Liberar
la mente de todos los condicionantes negativos que te oprimen cada día y te
impiden pasar a la acción.
-Mis acciones las controla mi voluntad de
llevarlas a cabo o no y nacen de mi libertad de elección.
-Precisamente tu libertad es la que te da la
opción de pensar en positivo o en negativo. Y, precisamente, la que te da la
opción de cambiar de hábitos. Fuera las opresiones, dentro las acciones.
-Cómo os gusta la palabra cambio...
-Nadie te está diciendo que cambies, sino que
mejores la concepción que tienes de tí mismo, de tus capacidades.
-Vale, ya está. Cierro los ojos, libero la
mente y ¡milagro! Ahora me creo el mejor, el más capaz, el más poderoso...No sé
porque hay tantos problemas si en un abrir y cerrar de ojos se solucionan.
-No seas siempre tan sarcástico; eso sólo te
conduce a la incredulidad. ¿Por qué no empiezas por creer, creer que sí?
-No creo en lo que no veo. Soy algo escéptico.
-A lo mejor es que no quieres verte...¿Te
consideras invisible o es así como te sientes cuando estás en un grupo de
personas?
-La gente habla mucho y sabe poco. No tienen
ni idea.
-Pues con más motivo, deja de identificarte
con la gente e identifícate contigo mismo. Tú si tienes idea. Sabes de lo que hablas. Eres especialista en ti.
G.Ferestradé
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