miércoles, 21 de noviembre de 2012

Tras su aliento

Recordaba aquel aliento apaciguador y risueño que llenaba mis días. Me llevaba entre sus brazos y me acunaba para calmar mis temores. Siempre iba conmigo, adonde quiera que fuera.

Era brisa marina que se aferraba a mi pelo y lo enloquecía, dejándolo libre que bailara la danza de la felicidad al resplandor del sol. Aquella luz hacía que brillara con especial fuerza.

Sin embargo, mis ojos se habían acostumbrado a vislumbrar el horizonte con perspectiva. Estaba atardeciendo y pronto oscurecería. Tan pronto como sintió el frío de la noche, dejó de sentir su aliento, el viento ya no soplaba, ya no bailaba. 
Pero si de algo estaba segura, era que no dejaría nunca de esperar el amanecer.

                                                                                                  G.Ferestradé


1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho. Quizás algún día podríamos colaborar juntos yo pongo la fotografía y tu el texto, así quien lo lea puede imaginarse una imagen con esas palabras. Bueno pues estamos en contacto

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