Siempre acabo llegando a ti con un inevitable sentimiento
incompleto y lleno de momentos rotos. Procuro no imaginarte, no recordar
quiénes fuimos ni cómo llegamos a encontrarnos.
Te perfilo, a veces casi dibujo tu rostro en mi memoria y
esbozo aquel recuerdo emborronado en una lágrima que se derrama hasta morir
ahogada.
Ahora solo queda el silencio en medio de un mar revuelto
bajo la noche oscura. Ahora solo queda mi alma desnuda envuelta en la penumbra
de la sinrazón. Solitaria sombra que vaga arrastrando un cuerpo, que ya no
encuentra cobijo ni redención.
Tan solo te busco, me disfrazo de ti, me pierdo entre tu
ausencia, te sueño, te sigo sintiendo pero no encuentro tu abrazo protector. Me
aferro a mi espalda, me encojo y cierro los ojos. Aún puedo verte mirándome
desafiante desde el pasado. Aún no te has ido ni quiero que lo hagas.
G. Ferestradé
No hay comentarios:
Publicar un comentario