Toda
la vida recordándome que debía ser ordenada y no perder nada, pero en el
camino me olvidé de recordar cada día al despertar que las cosas no
tienen porque estar siempre en el mismo sitio donde las dejaste la noche
anterior. Quizás las cambiaste de sitio y no te acuerdas de donde
mirar. Quizás nunca estuvieron allí aunque tú creías verlo ciegamente.
O, quizás, simplemente ya no las necesitas de
la misma forma y pasan desapercibidas. Me empecé a acostumbrar a dejar
de buscar cuando no lo encontraba todo igual. Traté de no ponerlo todo
en orden. Intenté quitar dramatismo al asunto de perder. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que a veces, no es
malo perder algunas cosas y encontrar otras nuevas. Otras que no sabías
ni que existían y que te ayudan a perder el miedo a perder. Y así, nunca
dejas de buscar porque nunca sabes lo que puedes encontrar. Así vives intensamente cada momento sabiendo que puede que eso que tienes hoy, mañana ya no esté
G.Ferestradé
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